La economía feminista no es una economía para las mujeres, es una economía que abarca a todos. Es, en las palabras de Susan Himmelitweit (2018), “una mejor economía”. Y pocas mejoras son tan prioritarias, radicales y necesarias como aquellas que se proponen desde la Economía Feminista a la Ciencia Económica. Invisibilización, trabajo productivo versus reproductivo o débil protección social, son tres de los ejes donde puede apreciarse la importancia de considerar relaciones de género para entender de forma integral a las economías. La economía de mercado invisibiliza a las mujeres, a su trabajo y también hace invisible a la “economía del cuidado”, paradójicamente invisibiliza a quienes posibilitan y sostienen el funcionamiento de la vida y del mismo del mercado. Brechas salariales y exclusión son paliadas parcialmente con políticas de paridad participativa. Pero tales brechas solo reconocen el trabajo productivo sin abordar la importancia del trabajo no remunerado y las condiciones de las mujeres en los territorios, en su relación con los activos o en la toma de decisiones en general. Como resultado, las crisis afectan a los miembros de la sociedad en mayor o menor grado dependiendo de su género y la Economía debe proporcionar mejores herramientas, donde las recetas neoliberales han fallado, para actuar de manera más activa evitando la exclusión y consiguiendo una verdadera protección social. Con estas consideraciones, la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador propone, para IX Semana Internacional de Economía a realizarse entre el 26 al 28 de noviembre de 2019, el tema de “Economía Feminista: Elementos de una Agenda Permanente ¿Qué sabemos? ¿Cuánto hacemos?”.

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